¿Cómo tomar decisiones entre lo correcto y lo correcto?
Por: Dana Benarroch
Publicado: Octubre 2020
El tiempo, el dinero y nuestras energías físicas las administramos como recursos esenciales de acuerdo con nuestra escala de valores. Y a su vez, priorizamos los valores de acuerdo con el beneficio que obtenemos, el cual, en última instancia, es felicidad. Si lo que obtenemos como dinero, activos materiales, sensaciones, emociones o circunstancias, no representan para nosotros felicidad, no tienen valor, pues al final de cuentas lo que buscamos siempre es un mejor estar en cada paso que damos.
Entonces mi pregunta para ti es: ¿qué valor tiene el acto de valorar en tu vida? Dicho en otras palabras, ¿qué felicidad te trae el acto de valorar a otras personas, circunstancias o cosas? ¿Qué tanto priorizas el acto de valorar en tu agenda diaria? “Cuando apreciamos lo bueno, lo bueno se aprecia” dice mi profesor el Dr. Tal Ben-Shahar.
En finanzas tenemos el concepto de depreciación y apreciación del dinero o de los activos. Cuando invertimos bien el dinero es cuando en relación con el tiempo y el esfuerzo obtenemos buen retorno.
El dinero cobra valor, se incrementa. El mismo concepto podemos traducirlo al campo de las ciencias sociales. Lo que apreciamos cobra valor. Cuando apreciamos una persona, una circunstancia, un talento, una fortaleza incluso cosas, todo ello se aprecia, se valoriza.Pero ¿qué ganas tu si al apreciar a otra persona ella se valoriza? ¿Acaso eso te da felicidad? Una de las bendiciones disfrazadas que nos trajo la pandemia como fenómeno mundial que traspasó fronteras políticas, económicas y sociales, y enfermó desde reinas hasta mendigos, es la impresionante interconexión e interdependencia en que vivimos todos en este planeta.
Desde esa consciencia sistémica es que podemos entender nuestra ganancia en felicidad cuando aprecio y valoro a otro, así sea tu colega “competidor”. El símbolo del infinito, ese doble bucle de flujo y contraflujo nos ilustra la dinámica del dar y el recibir. En el mismo instante que damos estamos recibiendo. Cuando otorgamos valor, nos valorizamos. Cuando apreciamos, nos apreciamos.
La cultura que tenemos en nuestras dinámicas sociales aún tiene mucho de lo que filósofos, teólogos e incluso líderes políticos y empresariales de los siglos IXX y XX nos dijeron. Conceptos como: cuando damos algo nos quedamos sin eso, perdemos algo (relaciones interpersonales); el otro es mi competidor, hay que “atacar” y salir a la “lucha” (mundo de negocios); hay que desmeritar al otro para yo poder brillar (nótense los discursos políticos en campañas electorales). Los grandes movimientos de extremas posiciones políticas que estamos viviendo en el mundo también demuestran cómo la inequidad en educación, salud y bienestar social desequilibran todo el sistema. Todos perdemos.
Al estar todos interconectados e interdependientes, cuando valoras y aprecias al otro estás inmediatamente agregándote valor y apreciación. No sé si sea fácil verlo, porque no es tan obvio a simple vista. Se necesita un pensamiento más sistémico, más integral, más complejo que la sencilla visión del tiempo lineal o de las matemáticas básicas. El desarrollo humano y social es como una espiral ascendente, no como una escalera recta. Recordemos lo que las sabidurías más antiguas, mucho antes de los siglos IXX y XX, nos han enseñado. La gran regla de oro: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Ubuntu, un concepto surafricano que significa “soy porque nosotros somos” reconoce el impacto del entorno en el individuo y viceversa. En la psicología y la filosofía también reconocemos la dinámica de “soy porque tu eres, y tu eres porque yo soy”.
Hoʻoponopon otro concepto de la sabiduría indígena Hawaiana que asume la responsabilidad personal de todo lo que pasa en el mundo. Podría enumerar muchos otros ejemplos, pero creo que es suficiente. Entonces, vuelvo al principio. ¿Cómo priorizas en tu agenda diaria el apreciar y valorar a otros? ¿Expresas claramente a tus colegas en el trabajo lo valiosos que son para tu vida? ¿Siente tu pareja tu apreciación diariamente? ¿Tus hijos, tu familia, tus amigos han escuchado el valor que tienen en tu vida? ¿Valoras sus acciones, sus intereses, sus pasiones, sus fortalezas? ¿Aprecias sus esfuerzos, aunque aún no se obtengan los resultados? ¿Cómo te sientes cuando te valoran y aprecian lo que haces? ¿Qué saca de ti la apreciación? ¿En quién te conviertes cuando te sientes apreciado?.
La apreciación es como el sol, la lluvia, el suelo, los nutrientes, la noche, el calor y la frescura, para el florecimiento de una planta. Es todo lo que se necesita para crecer y florecer. ¿Cada cuánto riegas lo que te importa?