¡Te deseo una feliz infelicidad!
Por: Dana Benarroch
Hace un tiempo, en clase con Tal Ben-Shahar, un compañero de China preguntó algo así: “Si la gratitud me hace sentir bien con todo, ¿cómo encuentro motivación para cambiar lo que no está bien si ya estoy agradecido por ello?”. Quería decir que si realmente
practicamos la gratitud, con acciones y sentimientos diarios y permanentes, la consecuencia lógica es la aceptación de lo que es y la satisfacción con la vida, disminuyendo el sufrimiento.
El sufrimiento es el rechazo de lo que es, de la realidad, del dolor que la realidad nos causa. Queremos enmascararlo, adormecerlo, ignorarlo y evitar afrontarlo. Y así sufrimos, consciente e inconscientemente. Sutil o fuertemente. Creemos que al aceptar lo que es y ser agradecidos, entraremos en un estado de humildad que se asemeja a la sumisión y la resignación. Pero no es así. Tal Ben-Shahar dice que el secreto de la felicidad es “realidad, realidad, realidad”. Es decir, para ser feliz, hay que ver tanto el vaso medio lleno como el vaso medio vacío: la realidad completa.
En mi camino de vida, como el de muchos, tendí a centrarme en lo que no funcionaba en mis relaciones y en mi vida en general. Con el aprendizaje de la ciencia de la felicidad, comencé a practicar seriamente la gratitud. Me ayudó enormemente a equilibrar mis perspectivas y a mejorar mi bienestar emocional y relacional. Pero no me cegó a lo que no funcionaba. Me abrió los ojos y el corazón a lo que sí funcionaba, que antes estaba nublado por mi perspectiva sesgada hacia lo negativo. Seguí viendo lo que me disgustaba y no funcionaba, pero ahora lo veo como el combustible para ser más feliz. La insatisfacción, la
frustración, los retos, las oportunidades de mejora y las decepciones producen emociones como ansiedad, frustración, rabia, tristeza, enojo, ofuscación, impaciencia, impotencia y miedo, entre muchas otras emociones. La creatividad nace de la combinación armoniosa del interés, la curiosidad, la inteligencia, el talento y el aprendizaje, con la frustración que genera el conflicto entre los deseos y la insatisfacción. “De este conflicto nacería una fuerte reacción emocional que desembocaría en la insatisfacción. Y sería precisamente de esta frustración (generada por la insatisfacción) el motor de arranque del acto creativo” Francisco Mora, Cómo funciona el cerebro, p. 259.
Incluso voy a ir un paso más allá. La insatisfacción, la frustración y la impotencia en un área de la vida pueden ser el origen de tu propósito de vida. Necesitamos sentir placer, y si no lo conseguimos de un lado, lo buscamos de otro. Si tu relación tiene grandes oportunidades de mejora, pero te sientes frustrado porque no están en tus manos. O si trabajas solo por dinero, sin poder desarrollarte plenamente, te sientes vacío. O si aún no has logrado conseguir una pareja estable, te sientes triste y frustrado. Entonces, necesitas encontrar placeres en otro lugar. Por lo general, las personas encuentran placer en la forma más fácil: alcohol, drogas, sexo, redes sociales, casinos, compras compulsivas, comer compulsivamente, entre otros. Pero todo esto solo proporciona placeres fugaces con consecuencias desagradables o peligrosas. La experiencia de vivir con sentido, de sentir las acciones cotidianas como aportación a algo mayor que uno mismo, produce fuertes y duraderos sentimientos de placer. El propósito de la vida se descubre a través del ejercicio de lo que te apasiona, de tus fortalezas de carácter, de tus valores y talentos. Todos ellos son generadores de placer.
Las pasiones son tan placenteras que pueden llegar a ser adictivas. Muchas veces ni siquiera uno puede dejar de ejercitar aquello que le apasiona. Es como un motor pegado a la espalda que impulsa con fuerza hacia su propósito de vida. La claridad respecto de su
propósito de vida, sumada a los placeres de las acciones apasionantes y de sentirse pleno en pleno desarrollo, es el caldo de cultivo para la creatividad. Esa capacidad creativa busca
resolver un problema mayor que duele, frustra y “necesita” ser resuelto para ser más feliz.
Por eso te deseo una feliz infelicidad! Porque de tus dolores y frustraciones (cortisol y noradrenalina), equilibrados con la gratitud (serotonina), más los deseos y sueños (dopamina), es de lo que nace el acto creativo. Este cóctel químico cerebral vincula varias zonas del cerebro y activa las neuronas creativas, como describe Francisco Mora en el mismo libro, página 261. Así que, a partir de ahora, puedes aprender a vivir felizmente la infelicidad. Ahora, también puedes entender por qué la felicidad abarca todas las emociones, no solo las agradables. ¡Gracias a estos estados de frustración, puedes obtener muchos beneficios para ti y la humanidad!
¡¡¡Feliz infelicidad!!!